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Tradiciones, designios y anécdotas que rodean la ceremonia de mando presidencial

¿Sabía que un Presidente de la República debió jurar en la sala de actos de un colegio en Santiago, o que antiguamente, la ceremonia estaba vinculada a los festejos de Fiestas Patrias?. Estos y otros detalles, como la costumbre de dar un discurso el día de la Transmisión del Mando han ido configurando el sortilegio de este rito.

10 de marzo de 2014

Entre 1826 y 1875 las ceremonias de juramento de los Presidentes de la República se realizaron en el antiguo Tribunal del Consulado, (actuales Tribunales de Justicia en calle Compañía), pues ahí sesionaba el Senado y era donde se constituía el Congreso Pleno. (Revise cuál es el origen de la ceremonia de cambio de mando)

 

Imagen foto_00000004A contar de 1831 la ceremonia coincidió, además, con el aniversario del Primer Cabildo Abierto el 18 de septiembre de 1810. Ese hecho, vinculó las Fiestas Patrias con este rito y se rodeó de festejos públicos y celebraciones populares que duraban varios días. Según algunos historiadores y registros de prensa de la época, la ceremonia donde asumió el Presidente Manuel Bulnes en 1841 marcó toda una era republicana donde este evento adquirió una real dimensión patriótica.

 

De los relatos de "El Araucano" se desprende la profunda solemnidad, despligue y gallardía que concitaba la transmisión del mando. Ese 18 de septiembre de 1841, el Presidente saliente, José Joaquín Prieto salió a pie, acompañado de su sucesor, Manuel Bulnes y una brillante comitiva, desde la Casa de Gobierno ubicada en el actual edificio de Correos en la Plaza de Armas.

 

Todo el trayecto desde esa plaza por calle Compañía hasta la intersección de Bandera, donde estaba el Tribunal del Consulado, se encontraba flanqueado por guardias civiles y tropa de línea en impecable ropa de parada. Y, en la plazuela de La Compañía fue recibido por un grupo de parlamentarios quienes los condujeron hasta la Sala donde estaban reunidas ambas Cámaras, para la ceremonia de juramento.

 

Ahí se institucionalizó además la entrega de las insignias de mando y la costumbre del Presidente saliente de rendir un discurso final, una especie de cuenta de despedida ante el Congreso.

 

Imagen foto_00000008El rito, las celebraciones y el ambiente casi de carnaval que motivaban los cambios de mando se mantuvo a lo largo de varias décadas, pero entre 1876 y 1973 la mayoría de las ceremonias oficiales de juramento de los Primeros Mandatarios tuvieron lugar en el edificio histórico del Congreso Nacional, ubicado en la manzana comprendida entre calles Compañía y Catedral (actual ex Congreso).

 

Sin embargo, la fecha de la ceremonia se cambió tras la celebración del primer Centenario del Cabildo de 1810. De hecho, el Presidente Ramón Barros Luco, asumió el 23 de diciembre de ese año y desde entonces el juramento de los Jefes de Estado se realizó en distintas fechas. Solo se regularizó a contar del 11 de marzo de 1990.

 

INCENDIO Y TERREMOTO

 

Un feroz incendio que destruyó severamente las dependencias del Congreso en 1895, obligó a cambiar el lugar donde se celebró la ceremonia de investidura del entonces Presidente electo, Federico Errázuriz Echaurren, el 18 de septiembre de 1896.

 

Por motivos de fuerza mayor, el escenario del juramento fue la actual Casa Central de la Universidad de Chile, en la Alameda de Las Delicias. En ese entonces, el estricto protocolo imponía el uso de frac, trajes de gala y las “legaciones” invitadas estaban integradas por “Enviados Extraordinarios” y “Ministros plenipotenciarios”, “Ministros Residentes” y diplomáticos de países vecinos, otros lejanos como Estados Unidos, Francia, España o Alemania y también del “Rei de Italia”.

 

Todos se dieron cita en el Salón de Honor de la casa de estudios, "de doble altura, rodeado de columnas de orden dórico romano en el primer nivel" y Errázuriz pronunció su juramento solemne. Sin embargo, por designios del destino no lo pudo cumplir cabalmente porque falleció antes que finalizara su mandato tras una penosa enfermedad, en la ciudad de Valparaíso.

 

La desgracia también rodeó otra investidura que, por fuerza mayor, tampoco pudo efectuarse en el Salón de Honor del Congreso. En 1906 y, a las puertas del Centenario de la Patria, el fatídico terremoto del 16 de agosto de ese año destruyó gran parte de la zona central del país y provocó graves daños en el edificio legislativo.

 

Imagen foto_00000006La Dirección de Obras Públicas emitió un lapidario informe que declaraba "peligroso" el estado de la estructura del inmueble, por lo que ambas Cámaras debieron abandonar el recinto y comenzar a buscar - no sin acalorados debates de por medio- otros lugares para sesionar.

 

En el caso del Senado, en la sesión del 20 de agosto de 1906, acordó trasladarse al salón de Honor o teatro, del Colegio de los Padres Franceses. Sin embargo, el 23 de agosto, el Presidente de la República Germán Riesco, proponía también como local de sesiones para el Senado, "los salones de los altos" del edificio de la Compañía de Gas, ubicados en calle Santo Domingo 1061. De esta manera, el 27 de agosto, el Senado acordó que las sesiones ordinarias las realizaría en el edificio de la Compañía de Gas, mientras que las del Congreso Pleno en el Colegio de los Sagrados Corazones, de Alameda.

 

Es así como el 18 de septiembre de 1906, en medio de un país todavía golpeado por la destrucción del terremoto, el Congreso Pleno se dio cita en un salón de actos de un colegio capitalino para ser testigo de la sobria y breve ceremonia de transmisión del mando, donde asumió el Presidente Pedro Montt Montt. De hecho, en los Diarios de Sesiones del 16 de octubre de 1906 solo se consigna la aprobación de un acta anterior, donde aparece textual el juramento del Mandatario.

 

Pedro Elías Pablo Montt tampoco pudo dar cumplimiento a su promesa. Debilitado por una enfermedad coronaria que le trajo diversas complicaciones, en julio de 1910 se embarcó en un largo viaje junto a su esposa y médico personal a Alemania, con el fin de buscar un tratamiento a sus dolencias. No volvió al país pues falleció en Bremen, el 16 de agosto de ese mismo año.

 

PIOCHA DE O'HIGGINS Y BANDA PRESIDENCIAL

 

A lo largo de nuestra historia, tan significativo como el lugar que acoge el solemne juramento o promesa del Mandatario que asume ante su pueblo, son las insignias de mando que recibe.

 

Imagen foto_00000023Así lo revelan los retratos oficiales de los Jefes de Estado. Desde Bulnes hasta nuestros días la banda presidencial aparece en forma recurrente, luego el bastón de mando y sin duda,  la piocha de O'Higgins, la más simbólica de todas.

 

De acuerdo al historiador, jurista y académico Bernardino Bravo Lira, "contrariamente a lo que sucedía con el bastón de mando (en el siglo XIX), el Presidente saliente no hacía entrega de su banda a su sucesor. Cada uno lleva la suya" y así se mantiene la tradición hasta nuestros días. El Presidente del Senado recibe la banda tricolor del Mandatario saliente y la entrega al Edecán, quien a su vez, le pasa la nueva insignia para que el titular de la Corporación se la imponga al Jefe de Estado electo.

 

Este procedimiento es casi una consagración a la patria y concluye con la imposición de otro elemento legendario que está rodeado de anécdotas y sortilegios: la piocha de O'Higgins que se coloca al extremo de la banda presidencial.

 

Se dice que el Presidente Balmaceda, quien no completó su periodo debido a la cruenta Guerra Civil de 1891, se le desprendió la piocha en el momento de asumir el mando, lo cual dio origen a una leyenda sobre el presagio de esta mítica joya.

 

Lo mismo le ocurrió al Presidente Arturo Alessandri, al asumir su cargo en 1920, por lo que el titular del Senado, Luis Claro Solar, la recogió y se la ciñió de nuevo. "Mal agüero me acompaña, don Luis, la insignia de mando se me quiere escapar", le dijo Alessandri. Sea coincidencia o no, el Jefe de Estado enfrentó el pronunciamiento militar en 1924 y debió dejar el poder.

 

No obstante, la actual piocha de O'Higgins, una estrella de cinco puntas, es una réplica, pues la anterior que se usó durante gran parte del siglo XIX y XX se perdió durante el bombardeo a La Moneda de 1973.

 

Ahora, respecto a si pertenecía o no al padre de la Patria hay numerosas versiones. El historiador Bravo Lira señala que: "Los retratos del prócer realizado por el Mulato Gil de Castro hacia 1820 muestran a Bernardo O'Higgins con la banda y la piocha, pero en realidad, son insignas de la Legión al Mérito que luce en su calidad de fundador y gran oficial, no son símbolos de poder supremo".

 

 A simple vista "difiere de la actual pues es redonda y en el centro lleva una cruz, en lugar de un círculo y luce bastante más suntuosa que la que usaron los Presidentes de Chile". Bernadino Bravo asegura que hay testimonios de que esta joya llegó a manos de un Presidente solo en 1872, con Federico Errázuriz Zañartu. Es decir, 30 años después del retrato donde la luce Manuel Bulnes.

 

En 1872 se inauguró la estatua de O'Higgins y, por ese motivo el nieto del patriota José Gregorio de Argomedo hizo llegar, en nombre de su familia, la banda que el prócer le había dejado a su abuelo tras ser forzado a dejar el mando en 1823. De acuerdo a testimonios de la época, con la banda venía la piocha.

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