1823-2023: dos siglos de relaciones diplomáticas
El primer embajador del país del norte, Heman Allen, fue nombrado en 1823, sin embargo, varios 'commercial agents' y agentes especiales dejaron su huella con sus reportes y gestiones para fomentar el intercambio político comercial.
Vista de Valparaíso en 1822, autora María Graham
Días después de la Batalla de Chacabuco, ocurrida el 12 de febrero de 1817 y, en pleno fragor del proceso de independencia, el director Supremo, Bernardo O’Higgins redactó una serie de cartas dirigidas a los “gobernantes de los estados más poderosos que pudieran dar auxilio y protección a la incipiente nación, a cambio del aliciente de una prometedora libertad de comercio”.
Varias de las comunicaciones del Director Supremo obtuvieron respuesta favorable, especialmente, en el caso de Estados Unidos del Norte que, muy pronto, optó por enviar a los primeros “commercial agents”.
El término fue acuñado por el Departamento de Estado para definir a sus agentes extraoficiales, sin inmunidades ni privilegios, quienes tratarían con "los jefes revolucionarios triunfantes", evitando así el contacto inmediato con los nuevos gobernantes. La idea era confrontar opiniones de distintas procedencias, permitiendo a cada agente establecer su propia manera de investigar y relacionarse.
Desde diversas fuentes podemos corroborar que estos primeros agentes enviaban copiosos informes y cartas al Departamento de Estado con sus agudas observaciones sobre la naturaleza y quehacer de los nuevos gobiernos, así como de sus líderes y la situación de sus pueblos. Recibían un pago anual, para cubrir ciertos gastos de representación, pero no contaban con expensas para arrendar inmuebles, transportes o mantener a sus familias en estos lejanos territorios.
Debían servir con apego a las instrucciones oficiales, guardar el decoro incluso, en sus vestimentas oficiales, velar por la neutralidad de sus posturas y “estar conscientes de las diferencias en dogmas religiosos, doctrinas políticas y usos sociales”.
La mayoría de ellos adquirió una posición social predominante y de respeto hacia su investidura, sin embargo, no estuvieron ajenos a las polémicas, los malentendidos y uno que otro escándalo que tuvieron que enfrentar debido al ‘cuestionable comportamiento’, tanto de algunos de sus allegados como de sus connacionales dedicados al comercio.
Fueron testigos de las campañas militares, de los actos de proclamación de la independencia y de los primeros gobiernos de los caudillos criollos. Su relación y opiniones sobre el Director Supremo quedó ampliamente registrada en sus comunicaciones.
J.B. Prevost en su reunión con Bernardo O’Higgins pudo constatar de sus propias palabras que “Estados Unidos era la potencia con la que Chile deseaba cultivar relaciones más estrechas, porque sus intereses eran semejantes y debían unirse contra la influencia europea, necesariamente hostil a las repúblicas del nuevo continente y, aun cuando éstas habían recibido considerable protección de Gran Bretaña, preferían una mayor de parte de Norteamérica”.
Mr. William D.G. Worthington llegó a Santiago el 24 de febrero de 1818, luego de un agotador viaje a través de la cordillera y, a tiempo para vivir la efervescencia del pueblo, días antes de la batalla de Maipú, el 5 de abril. En su informe a su gobierno describió ese momento como “un golpe que establece firmemente la independencia de Chile” y se refirió a O’Higgins como "un patriota de escuela romana” “a quien la naturaleza había dotado de un corazón bueno y una cabeza que no era mala”.
Mr Theodorick. Bland llegó a Santiago en mayo de 1818 y, en su primera entrevista con el general O’Higgins le dijo que había sido enviado por el presidente de Estados Unidos para “tomar informaciones de Chile en fuentes oficiales, puesto que el país había estado cerrado a todo trato extranjero durante el dominio español y, por tanto, el gobierno de Washington no estaba bien enterado de su situación interna, fuerza y riqueza”.
En tanto, el ciudadano norteamericano Mr. Jeremy Robinson, llegó a Chile hacia fines de 1818 y al poco andar se decía que era agente y comisionado por su gobierno de su país, “aunque no hubo evidencia ni documentos para comprobar su título”. Aún así cultivó relaciones con las autoridades chilenas y envió reportes a la Secretaría de Estado en Washington donde eran bien recibidos por sus agudas observaciones.
A mediados de 1823 llegó a Chile Michael Hogan, con el título de agente comercial en Valparaíso. El capitán Hogan era marino mercante y diplomático, había adquirido fama y fortuna gracias a sus incursiones en India, Australia y Sudamérica. Sin embargo, a diferencia de sus antecesores, “carecía de las buenas condiciones de carácter y tolerancia”, por lo que su acomodo a las costumbres sudamericanas fue más bien áspero y, de acuerdo a diversas misivas recogidas por historiadores, su antipatía por Lord Cochrane fue legendaria.
Mr. Hogan tuvo el honor de recibir en Valparaíso al primer representante diplomático de Estados Unidos en Chile. El ministro plenipotenciario había sido nombrado por su gobierno en 1823 y, en marzo de 1824 Mr. Heman Allen arribó con una numerosa comitiva compuesta por su esposa Elizabeth Hart Allen, embarazada y con síntomas de cinetosis y sus hermanas: Ann Hart Hull, casada con el comodoro de la nave que los transportó, Mr. Isaac Hull y Harriet Augusta Hart, la menor y la única soltera. Las hermanas eran sobrinas del galardonado General de la Guerra de Independencia, William Hart y eran conocidas como las "Seven Beautiful Sisters of Saybrook”, generando gran interés en la sociedad de la época.
Plaza de Armas 1826. Museo Histórico Nacional
Hogan presentó oficialmente en Santiago, al nuevo diplomático norteamericano ante el ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Egaña y pese a que éste fue recibido con grandes honores rehusó algunos privilegios que le ofrecieron las autoridades, tales como, contar con una guardia de honor y una casa a costa del erario.
Allen fundó su misión en los orígenes de la doctrina Monroe y durante su periodo abogó por los derechos de ciudadanos norteamericanos.
Según consta en diversos documentos, el independentista José Miguel Carrera logró una especial cercanía con Estados Unidos y, una vez en el poder de la ex Capitanía de Chile y, como Director Supremo en 1811, adoptó una serie de medidas institucionales y transgresoras. Introdujo la primera imprenta y a tipógrafos norteamericanos para editar el primer periódico: La Aurora de Chile. También incursionó en el primer ensayo de Constitución para Chile, con la proclamación del Reglamento Constitucional de 1812. (Vea nota relacionada)
Carrera escribía por entonces: “los patriotas se reunieron en casa del cónsul (Joel) Poinsett … Todo ello daría por resultado la elaboración definitiva del proyecto (de Reglamento Constitucional Provisorio)…. Después de algunas noches que nos reunimos presentamos la Constitución provisoria que debía darse al gobierno”.
La Aurora de Chile da cuenta - con entusiasmo- de la llegada del señor Coronel Don Joel Roberts Poinsett, Cónsul General de los Estados Unidos de la América Septentrional, nombrado por Jaime Madison. El agente estaba destinado a promover las relaciones comerciales e informar sobre los movimientos revolucionarios en los países de América del Sur. En esa calidad, se trasladó a Santiago y Buenos Aires.
En Chile, su presencia generó altas expectativas entre los patriotas y estableció una estrecha relación con Carrera, sin embargo, la posición de Estados Unidos ante los movimientos revolucionarios hispanoamericanos fue cautelosa y se abstuvo de un apoyo explícito.
La labor del agente norteamericano como consejero del breve gobierno de la Patria Vieja, o su rol como aliado de los patriotas, quedó en el misterio y el político, naturalista y diplomático, Joel Poinsett, dejó los territorios en conflicto hacia 1815.