Los arquitectos del ex Congreso Nacional: los franceses que diseñaron el Centenario y sus discípulos
Las puertas del edificio del ex Congreso se abrirán para recibir a quienes deseen conocer la sede del Poder Legislativo que se inauguró en 1876, en el marco del Día del Patrimonio.
28 de mayo de 2016
En la segunda mitad del siglo XIX, el perfume francés se respiraba en la capital e inundaba los salones que se preciaban de intelectuales, modernos y civilizados. Incluso en la primera Exposición Internacional realizada en dependencias de la Quinta Normal e inaugurada por el Presidente de la República, Federico Errázuriz Zañartu, el 16 de septiembre de 1875, los discursos oficiales quedaron registrados en dos idiomas: castellano y francés. Este último era la lengua oficial de los expositores internacionales.
También era bilingüe el "Correo de la Exposición", un moderno ejemplar escrito que combinaba informaciones, discursos, planos y bellas ilustraciones. Incluso, había un tiraje exclusivo para las primeras copias que llevaban pegadas las primeras fotografías, un adelanto tecnológico para la época.
Por eso no era de extrañar que esta poderosa influencia quedara plasmada también en la arquitectura que marcó el levantamiento de los principales edificios públicos de la época. El Teatro Municipal, la Universidad de Chile, el Portal Fernández Concha, la cosmopolita Estación Mapocho y decenas de edificios que todavía sobreviven en la capital llevan la impronta neoclásica y señorial de estos notables arquitectos formados en la Escuela de Bellas Artes de París y contratados por los distintos gobiernos.
Uno de estos edificios que conserva esa herencia es el ex Congreso Nacional que debió esperar largos años y superar varias vicisitudes para poder levantarse y permanecer a lo largo de los siglos 19, 20 y 21.
En 1850 durante la administración de Manuel Montt, se aprobó una petición del propio Senado y la Cámara de Diputados para construir un edificio sede del Parlamento. Hasta esa fecha ambas corporaciones funcionaban -desde 1811- en edificios por separado.
Se destinó para albergar la sede del Poder Legislativa, la manzana comprendida entre las calles Bandera, Compañía, Catedral y Morandé, en terrenos que habían pertenecido a la congregación de los Jesuitas. Por eso, en un principio el Congreso sería vecino de la malograda Iglesia de la Compañía, ubicada en lo que ahora son los jardines del Congreso hacia calle Bandera.
Los planos del nuevo edificio se encargaron al arquitecto francés Claude Françoise Brunet de Baines, quien fue contratado por el gobierno en 1848 "para que ejecutara aquellos proyectos de arquitectura civil que el Gobierno, las municipalidades de la capital, u otras ciudades nacionales le encargasen" (Memoria Chilena).
Brunet de Baines también fue el titular de la primera cátedra de arquitectura, fundada por decreto supremo del 17 de noviembre de 1849. El curso vespertino se inició en marzo de 1850 y contó con los apuntes redactados por Brunet de Baines, editados en 1853 bajo el título Curso de Arquitectura, algunos de sus discípulos fueron Manuel Aldunate y Fermín Vivaceta. Sin embargo, el destacado arquitecto francés falleció en Santiago de Chile en 1855.
Por ello, las obras de construcción del nuevo edificio del Congreso se iniciaron en 1857 a cargo de su compatriota Lucien Hénault, quien también fue contratado a nombre del Gobierno por el embajador de Chile en Francia, el almirante Blanco Encalada.
Hénault, llegó al país en 1857, donde permaneció hasta 1872, siendo considerado el continuador de la obra de Claude Francois Brunet de Baines por retomar el estilo neoclásico que su antecesor había impuesto.
Llevaba construido apenas las bases del primer piso, cuando por falta de recursos las obras del edificio de Catedral se vieron interrumpidas. Posteriormente, en diciembre de 1863, desaparece trágicamente la vecina Iglesia de calle Compañía, llenando de luto la capital y retrasando aún más las obras del nuevo Parlamento.
Recién en 1870, las obras del Congreso pueden continuar a cargo del arquitecto chileno Manuel Aldunate -discípulo de Brunet de Baines- y con formación en Paris. De su estadía en este país provenía su fascinación por el estilo Historicista, el que puede apreciarse en el proyecto que presentó para el cerro Santa Lucía.
Aldunate, no solo retomó la construcción del edificio del Congreso sino que también tuvo que introducirle algunas modificaciones a los planos originales de sus maestros franceses en especial en la fachada que integra la Cámara de Diputados hacia los jardines.
No obstante, se mantuvo fiel a la estructura neoclásica inspirada en el periodo francés donde destacan las seis columnas corintias y frontones rectos en pórtico que arman la fachada de ingreso por calle Catedral. El gran salón es rectangular y se comunica a la derecha con el Senado y a la izquierda con la Cámara de Diputados.
Aún inconcluso, el edificio del Congreso Nacional fue inaugurado, con motivo del inicio de las sesiones ordinarias, el 1 de junio de 1876, por el Presidente Federico Errázuriz Zañartu.
Los trabajos eran urgentes y necesarios para dar la dignidad necesaria y por eso los primeros muebles y lámparas fueron traídos directamente de Francia, tal como era la costumbre de la época.
En su último Mensaje Presidencial de su Gobierno, Errázuriz aprovechó la ocasión de pronunciarse ante el Congreso Pleno, por primera vez, reunido en un sobrio y pulido Salón de Honor donde destacó los avances en infraestructura y señaló:
"En este terreno es donde el país tiene derecho a esperar más de vuestros trabajo pues os ha encomendado su representación en época muy propicia para el desarrollo de los pueblos".
Y concluyó su discurso presidencial haciendo un llamado: "Qué Dios los ilumine y les dé el acierto necesario para que vuestros trabajos sean fecundos en honra y bienes para nuestra querida patria".